Arqueología urbana en la ciudad de Mendoza
por Lic. Silvia V. Sarkissian
Lic. en Demografía y Turismo
El terremoto de 1861: “Borrón y Ciudad Nueva”

En 1861 un terremoto devastó la ciudad de Mendoza en dos minutos y medio. La existencia física y simbólica de la ciudad colonial –fundada en el año 1561- quedó sepultada entre los escombros. Las víctimas se calculan en aproximadamente el 40% de la población total. Frente a esta desgracia surgieron relatos, provenientes de distintos ámbitos. Lo cierto es que hace no mucho tiempo atrás, arqueólogos e historiadores trabajaron para sacar de la oscuridad a la Mendoza subyacente y con ello, cobró valor la identidad perdida.

Desde el plano científico, el naturalista August Bravard midió las condiciones de presión y anunció que un movimiento de la tierra se venía. No pudo precisar el momento en que ocurriría; poco tiempo después, sus estudios quedaron inconclusos al morir aplastado por el techo del hotel en el que se albergaba.

Desde la interpretación religiosa, circuló -de boca en boca- el anuncio que había realizado un jesuita –en uno de los sermones y ante 7000 fieles- respecto a la destrucción de Mendoza, minutos antes de producirse el hecho. La explicación del temblor se atribuyó a un castigo divino y cercano al Apocalipsis.

Pero la catástrofe ya se había hecho realidad, por lo que no tenía sentido discutir acerca de cuál de las dos posturas premonitorias sería la adoptada.

Por su parte, desde el ámbito político, se toma la decisión de cambiar el sitio en donde se reconstruiría la ciudad. Por lo que, el centro cívico se traslada apenas unos 2 km del casco histórico. El motivo del traslado responde a la necesidad de cambio ideológico que en 1861 se llevaba a cabo en el país con la instauración del liberalismo. Para esto, se debía romper todo lazo con el pasado colonial y español. La planificación de la nueva ciudad estuvo a cargo de un francés, quien trazó paseos y boulevares, evocativos al progreso económico y orden social que se buscaba para la Argentina.

Un matadero y posteriormente una feria de frutas funcionaron sobre las ruinas del Cabildo mendocino. Es así como el centro histórico quedó relegado al abandono, donde el malevaje se hizo protagonista, por lo que durante muchos años esa zona se la llamó despectivamente como “La Cuarta”.

Pero, a fines del siglo XX surge la inquietud de un equipo de arqueólogos -dirigidos por Daniel Schavelzon-, de hurgar en el suelo mendocino la historia de la ciudad. Luego del trabajo de excavación e investigación se logra reconstruir una parte de la ciudad y de la historia, tanto precolombina como colonial.

En el plano actual de la ciudad de Mendoza, esta zona es conocida como del Área Fundacional, que incluye la Plaza Pedro del Castillo, una cámara subterránea con restos arqueológicos, el Museo en donde se puede observar -en diferentes estratos- las baldosas criollas que pertenecieron al Cabildo, la placa de asfalto donde funcionó el matadero y las baldosas rojas correspondientes al mercado de frutos. En la calle perpendicular al Museo, se encuentran las Ruinas de la Iglesia de San Francisco –en donde desarrollaron sus actividades los jesuitas y franciscanos-, una de las pocas edificaciones que se mantuvo de pie luego del terremoto.

El complejo arqueológico constituido por los elementos mencionados, se inaugura en el año 1993; es decir que, tuvieron que pasar 132 años de la destrucción de la ciudad original para que el pasado se hiciera presente en la memoria colectiva.

Fueron muchos los años en que dimos la espalda a nuestra historia y de pensar erróneamente que, lo nuevo tapa a lo viejo..., pero siempre la vida nos enseña que hay una oportunidad para aprender y cambiar nuestra postura.

Increíble pero real...
Si alguien creía que los graffitis es una expresión contemporánea, el equipo de arqueólogos que trabajó en la excavación de la “Vieja Mendoza” lo desmintió luego de haber relevado unos 2000 graffitis que dejaron los visitantes en las paredes de las Ruinas de San Francisco, durante casi 300 años. Una de las primeras inscripciones que encontraron decía: “V. Jofré 1801”. De las pruebas que se realizaron, se comprobó que los materiales que sirvieron de apoyo a la escritura, dan cuenta del paso del tiempo, como por ej: barritas de plomo, carbón, cal, tiza, lapicera.

Comentarios