El presidente de Egipto, Hosni Mubarak, se aferra a su cargo.


Egipto.- El rais ha reiterado su deseo de continuar en el poder hasta las elecciones de septiembre, aunque ha señalado que transferirá parte de sus poderes al vicepresidente, Omar Suleimán.

En un discurso paternalista, ha aludido a las "demandas justas" de los manifestantes y ha dicho que no castigará las revueltas. La plaza ha recibido entre la confusión y la indignación sus palabras, tras una tarde de intensos rumores sobre su posible marcha.

El punto de partida ha sido un comunicado del Consejo Supremo del Ejército, tras reunirse para discutir sobre su posición en la situación que atraviesa el país, en el que expresaba su apoyo a las "demandas legítimas del pueblo", que será "protegido" por las Fuerzas Armadas. Los manifestantes en la plaza de la Liberación de El Cairo han celebrado el comunicado militar y un discurso del jefe del Ejército in situ en el que les ha dicho que sus demandas "se cumplirán". El jefe del partido de Mubarak reconocía que se estaba discutiendo su posible marcha, de la que se mostraba partidario. Parecía que, al fin, el régimen estaba dispuesto a conceder a los opositores su principal reivindicación. Durante toda la tarde, miles y miles de personas han abarrotado como nunca la céntrica plaza cairota, donde se han instalado pantallas para seguir el discurso presidencial. No han escuchado la noticia que esperaban.

Ha sido un discurso con actitud paternalista hacia los manifestantes, aunque no les ha concedido la dimisión incontestable que estos le piden desde hace 17 días. "Como presidente de la nación, no encuentro ninguna incomodidad en oír a la juventud de mi pueblo", les ha dicho. "La sangre de vuestro mártires no se va a perder", ha añadido al anunciar que no habrá represalias por las protestas.

Las palabras de Mubarak no han contribuido a clarificar la jornada de incertidumbre que vive Egipto tras una tarde de sobresaltos. Los manifestantes en la plaza de la Liberación han celebrado primero el comunicado miltar y también un discurso del jefe del Ejército in situ en el que les ha dicho que sus demandas "se cumplirán". A la vez, Hossan Badrawi, secretario del oficialista Partido Nacional Democrático, reconocía que se estaba discutiendo la salida del presidente, pero el primer ministro, Ahmad Safiq, la dejaba "en manos de Mubarak". El ministro de Información, Anás el Fiqi, atribuía todo a "rumores" -"definitivamente no se va", ha dicho escasos minutos antes de la alocución televisada- y la Casa Blanca advertía que estaba siguiendo la "situación fluctuante".

Tras las palabras del Ejército, la mayoría de analistas creían que Suleimán asumiría un poder bajo tutela militar. Un dirigente de los Hermanos Musulmanes, principal fuerza opositora, ha expresado a Reuters su temor a que lo que se está viviendo sea un "golpe de Estado" de las Fuerzas Armadas. Parece claro, en cualquier caso, que en estos momentos lo que se discute es la forma de una transición que se ha precipitado ante la masiva concentración que los opositores iban a protagonizar mañana en El Cairo. No está claro, sin embargo, cuándo se producirá esta, ya que el rais ha insistido en mantenerse durante todo el proceso, auque luego ha hablado de una transferencia de poderes a Suleimán que no ha concretado.

En la plaza de la Liberación, las reacciones de alegría y rabia se han sucedido. Durante la tarde, los militares han cedido el control de los accesos a los organizadores de la concentración. La céntrica plaza cairota se ha llenado más que nunca al saberse que Mubaral podría dejar el poder. Miles y miles de egipcios han puesto rumbo entonces hacia allí. Los registros de mochilas para evitar la entrada armas está en manos de los propios opositores al régimen, lo que ha agilizado las colas de entrada. No está claro lo que harán ahora los soldados, que durante las últimas horas se limitaban a saludar a las personas que llegaban.

Viernes, día de oración. La protesta convocada mañana es otra de las jornadas señaladas como clave por los opositores al régimen. Esperan congregar de nuevo a cientos de miles de personas, como lo hicieron el pasado viernes -marcado como el Día de la Despedida" del dictador-, o el martes -cuando desbordaron la plaza y marcharon a miles hacia el Parlamento. Además, tenían previsto plantarse ante el edificio de la radio y la televisión estatales. Esperaban, además, que se les unieran egipcios de todo el país, algo que el régimen ha tratado de evitar cortocircuitando el ferrocarril. Hoy era imposible conseguir un billete de tren a El Cairo: Todos estaban agotados.

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