Pasajeros del 'Costa Concordia' denuncian "mentiras" en el naufragio


Más de un centenar de turistas españoles y latinoamericanos afectados por el naufragio del barco de la compañía "Costa Crociere" en aguas de la isla de Giglio (centro de Italia) denuncian que los responsables de la embarcación les mintieron en todo momento sobre lo que estaba sucediendo.

A la espera de una repatriación que aún no saben cuándo llegará y cuando por el momento se estima en 70 el número de desaparecidos y 3 los fallecidos, parte de los 177 españoles y 107 latinoamericanos que iban en el barco pasan como pueden las horas posteriores a la tragedia en el hotel Hilton de la localidad italiana de Fiumicino, junto al principal aeropuerto de Roma, el Leonardo da Vinci.

Por los pasillos del hotel, donde comienzan a llegar las primeras cámaras de televisión que no pueden flanquear las puertas y donde algunos periodistas se mezclan entre los afectados y las primeras autoridades consulares, deambulan algunos de los supervivientes, ansiosos de denunciar el "caos" vivido durante la evacuación del crucero, con escenas propias del hundimiento del "Titanic".

"Fue lo mismo que el 'Titanic'. Tuvimos que ver cómo cuando evacuábamos en barcas, otras se nos venían encima. En la nuestra tuvimos suerte porque una solo llegó a dar en la parte frontal y por fortuna no volcamos", explica a Efe Justo, un turista de la isla de Mallorca (España).

"La tripulación no tenía ni idea de cómo evacuar el barco y el capitán nos mintió. Dijo hasta el último minuto que todo estaba controlado y que solo era un fallo eléctrico", comenta la chilena Claudia Fehlandt, que se une al corrillo de afectados para expresar su indignación.

A sus relatos acompañan con algún vídeo del crucero hundiéndose con las luces como protagonistas en la oscuridad de la noche, imágenes que pudieron tomar con los teléfonos móviles una vez que viajaban ya en las barcas salvavidas durante esos interminables diez minutos de travesía hasta Giglio.

Cuentan ahora sus experiencias, unos cubriéndose el cuerpo con mantas, otros con turísticos jerseys a rayas que los lugareños de la pequeña isla italiana les dejaron y muchos con zapatillas de andar por casa, pues además de todas sus pertenencias -incluidos los pasaportes- tuvieron que dejar atrás también sus zapatos.

"Ha sido traumático. Desde un principio nos dimos cuenta de que era grave, pero siempre nos dijeron que todo estaba controlado, que era solo una avería en el generador. Estábamos cenando en el restaurante cuando sentimos un golpe y nos dijeron, incluso, que volviéramos a los camarotes", explica Vivian Parra, una chilena que viajaba en el crucero con su marido, su hijo y su suegro.

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