Semenya: un oro que no callará los cuestionamientos por su sexo


Aquella final de los 100 metros femeninos en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 no resultó una más. Cuando la estadounidense Helen Stephens derrotó a Stanislawa Walasiewicz -favorita por sus antecedentes y favorita de Adolfo Hitler-, la misión polaca acusó a Stephens de ser un hombre. La
estadounidense se desnudó y fin de la historia. O no. Porque cuando en 1980 murió en Cleveland la ahora estadoundiense Stella Walsh (Walasiewicz había adoptado esa nacionalidad y ese nombre), una autopsia determinó que sus órganos sexuales eran masculinos.
Caster Semenya, la atleta sudafricana que saltó a la fama cuando con apenas 18 años ganó los 800 metros del Mundial de Berlín, desde ese momento tuvo sobre sus hombros el peso de la sospecha de ser un hombre. Todo por un rumor lanzado por un periodista antes de su precoz coronación en 2009 que incluso obligó a la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo a admitir que Semenya estaba siendo sometida a “controles de sexo”.
En Río de Janeiro 2016, Semenya se consagró anoche campeona olímpica por primera vez en su vida con un tiempo de 1m55s29 (estuvo a sólo 1s001/100 del record mundial que data de 1983) y en el estadio Engenhao no se desató la tempestad que se esperaba. Es que si bien la carrera no pasó inadvertida, todos debieron rendirse ante la superioridad de quien siempre tuvo la prueba bajo su controlaún cuando la atacó la burundesa Francine Niyonsaba (medalla de plata).
“Ya no se podrá llamar deporte”, había sentenciado la ex atleta Paula Radcliffe, recordwoman de maratón, cuando le preguntaron por un posible triunfo de Semenya, a quien los dirigentes de su asociación intrernacional la consideraron una atleta intersexual. En su caso, porque su cuerpo genera en forma natural niveles de testosterona similares a los de los hombres en un fenómeno que se conoce como hiperandrogenismo.
Seguramente en los próximos días se seguirá hablando de esta carrera porque será inevitable que vuelva a surgir el debate ético y científico sobre la ventaja genética que tiene su cuerpo. Mientras tanto, Semenya ya debe tener como objetivo inmediato ese record de la checoslovaca Jarmila Kratochvilova, dueña de una marca también sospechada... pero por doping.

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