LEONEL PENA, tAL cUAL

En mi reciente viaje a varios países de Europa noté, admiré y ratifiqué que en América Latina estamos distantes de la modernidad y el buen vivir. De la manera que viven los nacionales de esos países debiera ser motivo de reflexión para los comparoncitos y bullosos que poblamos este lado del mundo. No vimos tantos policías en las calles haciendo bulto y alarmando a la población. La gente se mueve en vehículos de bajo consumo, sin presumir de rico como lo hacen los pobres de nuestros países, usan bicicletas y caminan distancias, todo el mundo exhibe tolerancia y calma en su forma de actuar. Nunca escuché un escándalo y el respeto colectivo está presente en todos lugares. Lo que más me llamó la atención fue el nacionalismo y la pasión con que se aplica en todo momento. Su moneda tiene más valor que todas y su estilo de vida nadie lo altera ni lo transculturisa copiando modelos extranjeros como hacen la mayoría de los países latinoamericanos que en franca muestra de debilidad se las pasan imitando métodos ajenos y copiando hasta los refranes y modas de otros países.

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