La muerte del presidente chileno Salvador Allende, el 11 de
septiembre de 1973, es sólo una rama de la injerencia de Estados Unidos, en su
afán histórico de querer dominar el mundo y apoderarse de las riquezas de los
países progresistas.
Dicen que Allende se suicidó ante
el golpe de Estado dirigido por el dictador Augusto Pinochet. Aunque existen
contradicciones entorno a las circunstancias de su muerte, lo cierto es que la
responsabilidad recae en manos de las políticas del Pentágono de Estados Unidos
(EE.UU.) , donde se planeó su derrocamiento, incluso antes de que fuera
designado jefe de Estado.
Septiembre fue un mes que marcó el
destino del mandatario socialista, tanto para su designación como Presidente en
1970 como durante el Golpe que lo llevó a la muerte en 1973.
El médico marxista Salvador
Allende llegó al poder con su partido Unidad Popular, levantando consigo una
nueva política internacional, cuya decisión generó un ambiente de fiesta social.
Durante su primer año de gestión
se nacionalizaron 47 empresas industriales y más de la mitad del sistema de
créditos. Con la reforma agraria expropió e incorporó a la propiedad social
unas dos millones 400 mil hectáreas de tierras productivas.
Resultado de su mandato
progresista, logró la disminución de la inflación y aumentó el índice de empleo
y salarios hasta en 40 por ciento.
Salvador Allende fue el primer
político chileno de orientación marxista en Occidente, que llegó al mandato por
medio de elecciones generales en un Estado de Derecho.
NANCIONALIZACION DEL COBRE TOCO INTERESES DE LOS ESTADOS UNIDOS
El Gobierno anterior a Allende, encabezado por el
demócrata cristiano Eduardo Frei, comenzó con un proceso denominado chilenización del cobre, pero
en realidad lo que hizo fue comprar más del 50 por ciento de las minas de este
mineral estratégico, pagándolas a precios muy superiores a su costo real.
Allende logró estabilizar tal desfalco con sólo la
nacionalización de todos los yacimientos de cobre explotados por las filiales
de compañías estadounidenses, tales como: Anaconda y Kennecott.
El mandatario tomó la decisión de no otorgar
indemnización a estas empresas mineras norteamericanas, debido a que las dos
compañías habían ganado en 15 años una ganancia excesiva de 80 mil millones de
dólares explotando el cobre chileno.
Dato: Chile se
caracteriza por su alta producción de mineral de cobre, considerado el mejor
del mundo, con un volumen de producción que destaca entre las grandes
potencias.
Pronto, esta decisión de Allende tocaría los intereses
norteamericanos y aceleraría un plan fraguado en Washington a finales de 1969,
cuando tres generales del Pentágono cenaron con cuatro militares chilenos en
una casa clandestina y buscaron cómo frenarlo.
Allí, el entonces agregado aéreo de la misión militar
de Chile en Estados Unidos, el coronel Gerardo López Angulo y el Director de la
escuela de Aviación Militar de Chile, general Toro Mazote, no sólo degustaban
exóticos platos, sino que hablaban de las elecciones presidenciales de
septiembre de 1970 y de cómo podrían tumbar a Allende si este resultara electo
Presidente.
Mientras uno de los camaradas del ejército presente en
la cena preguntó a modo de juego qué pasaría si el izquierdista Allende gana;
el general Toro Mazote respondió: "Tomaremos
el palacio Moneda en media hora, aunque tengamos que incendiarlo". Y en efecto, así pasó cuatro años después.
De los comensales en aquella mesa, varios de ellos
participaron activamente en el Golpe de Estado de 1973, como el general Ernesto
Baeza, director de la Seguridad Nacional chilena, quien ordenó el incendio, no
sólo por la caída de un Gobierno democrático que no se arrodillaba ante el
imperio, sino por el final trágico de un líder electo con la mayor voluntad
popular.
Chile quería un cambio que no le convenía a las
grandes élites estadounidenses, ni a la derecha oligarca interna.
Dos subalternos de aquellos tiempos cuando se planeaba
la crónica del Golpe, fueron actores protagonistas en la actividad: el presidente
de la Junta Militar chilena, general Augusto Pinochet y el también general
Javier Palacios, quien dio la estocada final contra el mandatario.
En esa cena también estuvo el general de Brigada
Aérea, Sergio Figueroa, el mismo que ordenó bombardear con cohetes el Palacio
presidencial.
UN GOLPE EN EL SUR PLANEADO DESDE EL NORTE
El Gobierno anterior a Allende, encabezado por el
demócrata cristiano Eduardo Frei, comenzó con un proceso denominado chilenización del cobre, pero
en realidad lo que hizo fue comprar más del 50 por ciento de las minas de este
mineral estratégico, pagándolas a precios muy superiores a su costo real.
Allende logró estabilizar tal desfalco con sólo la
nacionalización de todos los yacimientos de cobre explotados por las filiales
de compañías estadounidenses, tales como: Anaconda y Kennecott.
El mandatario tomó la decisión de no otorgar
indemnización a estas empresas mineras norteamericanas, debido a que las dos
compañías habían ganado en 15 años una ganancia excesiva de 80 mil millones de
dólares explotando el cobre chileno.
Dato: Chile se
caracteriza por su alta producción de mineral de cobre, considerado el mejor
del mundo, con un volumen de producción que destaca entre las grandes
potencias.
Pronto, esta decisión de Allende tocaría los intereses
norteamericanos y aceleraría un plan fraguado en Washington a finales de 1969,
cuando tres generales del Pentágono cenaron con cuatro militares chilenos en
una casa clandestina y buscaron cómo frenarlo.
Allí, el entonces agregado aéreo de la misión militar
de Chile en Estados Unidos, el coronel Gerardo López Angulo y el Director de la
escuela de Aviación Militar de Chile, general Toro Mazote, no sólo degustaban
exóticos platos, sino que hablaban de las elecciones presidenciales de
septiembre de 1970 y de cómo podrían tumbar a Allende si este resultara electo
Presidente.
Mientras uno de los camaradas del ejército presente en
la cena preguntó a modo de juego qué pasaría si el izquierdista Allende gana;
el general Toro Mazote respondió: "Tomaremos
el palacio Moneda en media hora, aunque tengamos que incendiarlo". Y en efecto, así pasó cuatro años después.
De los comensales en aquella mesa, varios de ellos
participaron activamente en el Golpe de Estado de 1973, como el general Ernesto
Baeza, director de la Seguridad Nacional chilena, quien ordenó el incendio, no
sólo por la caída de un Gobierno democrático que no se arrodillaba ante el
imperio, sino por el final trágico de un líder electo con la mayor voluntad
popular.
Chile quería un cambio que no le convenía a las
grandes élites estadounidenses, ni a la derecha oligarca interna.
Dos subalternos de aquellos tiempos cuando se planeaba
la crónica del Golpe, fueron actores protagonistas en la actividad: el
presidente de la Junta Militar chilena, general Augusto Pinochet y el también
general Javier Palacios, quien dio la estocada final contra el mandatario.
En esa cena también estuvo el general de Brigada
Aérea, Sergio Figueroa, el mismo que ordenó bombardear con cohetes el Palacio
presidencial.
CHILE LA OTRA CUBA DE AMERICA
El bloqueo histórico de EE.UU. hacia Cuba es conocido
en la colectividad pública. No obstante, esta práctica excluyente y dominante,
de la cual Obama se lamentó recientemente, ocurrió también en Chile.
EE.UU. para acelerar su plan desestabilizador, inició
lo que Allende denunció en varias oportunidades, "el invisible bloqueo
financiero y económico" contra Chile, desde el momento en que Washington
cerró los préstamos de bajo interés.
El mandatario chileno denominó esta acción como “una
forma de agresión solapada, indirecta y oblicua” de
una nación capitalista contra de un sistema socialista y democrático.
Una propuesta de la División de Servicios Clandestinos
de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estaba destinada a provocar un
derrumbe económico en Chile antes de las elecciones parlamentarias. Ésta
incluía la no renovación de créditos bancarios, el retraso en las entregas de
accesorios importados, ejercer presión sobre las compañías chilenas de ahorro y
préstamo y el retiro de ayuda técnica por parte de las compañías privadas.
Estos amedrentamientos silenciosos espantaron al
sector financiero y mermaron la producción en la nación suramericana. Pues, en
Chile se producía todo pero con empresas que dependían de capital foráneo y con
un 80 por ciento de productos importados.
Aunque otras naciones socialistas ofrecían ayuda
financiera, el monto no alcanzaba para pagar la deuda externa, ni abastecía la
carencia de repuestos que antes llegaban de Norteamérica para la producción de
la industria, agricultura y transporte chileno.
La Unión Soviética compró trigo de Australia para
mandarlo a Chile y le hizo varios prestamos sustanciosos de dólares en
efectivo. Mientras que Cuba también coloboró con el envió un barco cargado de
azúcar gratis.
Pero con el bloqueo por parte de EE.UU. las
necesidades de Chile aumentaban y las señoras de la burguesía provocaban
agitación social haciendo sonar sus cacerolas en las plazas públicas.
Sin embargo, este bloqueo no pudo derrotar a Salvador
Allende en el Congreso, pues Unidad Popular obtuvo 36 por ciento de los votos en
las elecciones parlamentarias de marzo de 1973. Esto,
para sus opositores y EE.UU. significaba recurrir a otros medios como el Golpe,
porque sabían que por la vía legal no conseguirían acabar con
el Gobierno socialista.
EEUU FUSTIGO A CHILE SIN DESCANSO.
El Gobierno norteamericano y la CIA no descansaron
para mantener a Chile con grandes agitaciones sociales, puesto que propiciaron
un paro patronal y una huelga de camioneros hasta la caída de Allende.
El sector transporte era el más afectado por la
carencia de repuestos importados, por lo que fue fácil manipularlo. Su paro
estuvo financiado desde el exterior con dinero en efectivo, porque a esta
potencia no le convenía una posible nacionalización de este gremio por parte de
equipos soviéticos.
La CIA llenó de
dólares a Chile pero no para ayudarlo a superar la crisis que desató EE.UU.
sino para mantener al Paro Patronal; la economía llegó a un punto insostenible.
Tanto la oligarquía como la oposición se concentraron
entonces en desdeñar el equilibrio del ejército. 48 horas antes del Golpe
lograron descalificar a los mandos superiores que respaldaban a Allende.
El Golpe de Estado marcó el fin de la Unidad Popular,
se implantó entonces una junta militar liderada por Pinochet, quien acabó con
la democracia de Allende, una de las más estables de América Latina, para
imponer una dictadura por 16 años en la que se registraron infinitas
violaciones de los derechos humanos.
El bombardeo al Palacio de la Moneda, el 11 de
septiembre de 1973, fue realizado por un grupo de expertos acróbatas aéreos
norteamericanos. Numerosos policías secretos del extranjero estuvieron escondidos
en la frontera con Bolivia hasta el día del Golpe; quienes persiguieron para
asesinar a siete mil refugiados políticos de otras naciones latinoamericanas.
Sabías que: El Ladrillo era un
documento escrito antes del derrocamiento de Salvador Allende, que establecía
las bases para un programa de privatización y reducción de gasto fiscal, que
sería aplicado ante la posibilidad de que el mandatario fuera sacado
legítimamente del palacio presidencial.
PLAN CONDOR PERSEGUIDOR DE LIDERES Y MOVIMIENTOS DE
IZQUIERDA:1970-1980
Todas
esas persecuciones, torturas, vigilancias y acorralamiento contra los gobiernos
de izquierda y socialistas, con financiamiento de EE.UU. con los brazos
ejecutores de la CIA, se conocía en aquella época (1970-1980) como la Operación
Cóndor.
Los regímenes dictatoriales del "Cono Sur" dirigidos
por Norteamérica se encargaron de la detención, tortura, traslados forzosos y
desapariciones de personas consideradas por ellos como "subversivas a su
orden", pues eran contrarios a sus pensamientos neoliberales y
excluyentes.
A esto se le adjudica el asesinato del general René Schneider,
fiel compañero y estratega político de Allende y su Fuerza Armada; pieza clave
que debieron derribar para dividir al ejército chileno.
El Plan Cóndor puede definirse como una organización clandestina
internacional que ejercía el terrorismo de Estado, la cual orientó el asesinato
y la desaparición de decena de miles de políticos y líderes de izquierda en la
región latinoamericana.
GOLPES BLANDOS EN AMERICA LATINA : EL CONDOR ACTUAL
En la actualidad, países progresistas como Venezuela,
Argentina, El Salvador, Brasil y Ecuador son víctimas de intentos
desestabilizadores que buscan calentar las calles, generar caos y
desestabilizar sin aliento, hasta el punto de generar un Golpe.
La sed injerencista de Estados Unidos por intentar
dominar los recursos y los pueblos de los gobiernos de izquierda sigue vigente,
sólo que la unión integral del Sur no permite que otro líder como Allende caiga
en un sillón por un "culetazo de escopeta".
Los pueblos del Sur han aprendido que mientras más
reciben espionaje, persecuciones, boicot, más deben mantenerse en defensa de la
Patria Grande.
Cada día se registran mayores protestas en Brasil y en
Ecuador, pero ninguna tiene argumento sólido que puedan apuntar contra Dilma
Rousseff o Rafael Correa. La derecha radical sólo busca mínimas excusas para
disfrazar un eventual Golpe.
Mientras que en Venezuela, la influencia paramilitar
de la oligarquía de Bogotá (como lo denuncia el presidente venezolano Nicolás
Maduro) ha tenido participación directa con asesinatos contra líderes
oficialistas, como el del diputado Robert Serra, el 01 de octubre de 2014.
Los golpes blandos en América Latina podrían
considerarse por muchos analistas como el Plan Cóndor actual, a diferencia que
ya esta operación no persigue a un Chile lleno de cobre, sino a una región que
aprendió a mantenerse de pie, unida y a favor de las grandes mayorías
históricamente excluidas, legado que profundizó el Comandante Hugo Chávez en
Venezuela y el mundo; que lo inmortalizó en la conciencia histórica de la
humanidad.
FUENTE EXTERNA
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